sust. fem.
1) Pintura. Pintura diminuta, que suele hacerse sobre una superficie sutil o delicada.
2) Por extensión, reproducción en tamaño muy pequeño de una cosa.
3) Pequeñez, tamaño pequeño o reducido. Se utiliza principalmente en la locución adj. o adv. en miniatura
4) Término que indica la decoración pictórica de un manuscrito: generalmente está realizada con colores al agua o al temple, sobre papiro, pergamino y papel. El vocablo deriva de miniare, relativo al uso de escribir las iniciales en rojo (minium) Está considerada entre las "artes menores". Tuvo en particulares momentos históricos (medioevo occidental, Oriente islámico y persa) una excepcional importancia y ejerció una función notable en la difusión de la cultura. A partir del siglo V la documentación es abundante y permite remitimos a los "scriptorium" de Constantinopla y de la zona sirio-palestina: (Códice purpúreo, Rossano Calabro). Después de la controversia iconoclasta los "scriptorium" de Bizancio recuperaron su impulso entre los siglos IX y X, realizando una serie de códices suntuosos (Homilías de san Gregorio, París), en los que la tradición clásica está interpretada en términos de solemne hieratismo. En Occidente los "scriptorium" de los siglos V y VI tuvieron un desarrollo autónomo, vinculado a las tradiciones célticas y germánicas. Se recuerdan los manuscritos miniados de las Islas Británicas (Evangelio de Kells, Evangelio de Durrow, Dublín), por la la fantasía de la ornamentación, inspirada en obras de orfebrería. En el siglo IX, el "renacimiento carolingio" llevó a un estilo monumental, rico cromáticamente (Evangeliario de Godescalco; París). Este estilo continúa en la época otoniana con una simplificación formal y zonas cromáticas (Códice de Gerone, Darmstadt). En el siglo XI la primera escuela se desarrolló en España: en contacto con el mundo islámico adquiere entidad el estilo "mozárabe" con colores fuertes y contornos firmes: obra clave es el Apocalipsis de Magius pictor de la que derivan las de Gerona, Madrid, etc. En Francia, los distintos componentes culturales confluyeron en una síntesis original, (Vida de san Bertín, Boulogne, Bibliotheque), (Vida de San Amand, Valenciennes, Bibliotheque). Está estrechamente ligada a esta producción la actividad de los monasterios ingleses, Canterbury, Bereford, Saint Alban que se distinguen por una expresividad y una gama cromática más brillante. La situación en Italia es más compleja pues la tradición bizantina mantiene un perdurable vigor. Típica es la producción en Apulia de los Exultet (catedral de Bari y catedral de Troia), y de las Biblias "atlánticas", así llamadas por sus grandes dimensiones (Roma, Biblioteca Apostólica Vaticana). En el siglo XIII la actividad pasa de los "scriptorium" de los monasterios a las universidades y cambia también el estilo: el códice miniado es buscado como objeto lujoso y bello. En París se crea en el siglo XIII el Salterio de Luis IX y la Biblia Moralizada con escenas profanas; más tarde, a comienzos del XIV trabajaron Jean Pucelle y otros maestros que determinan el gusto europeo como Maltre aux Bouquetaux. En Inglaterra se continúa con la línea de imitación francesa (Salterio de la reina María, Londres, British Museum). Breve fue el florecimiento de la escuela bohemia (Pasionario de Cunegonda, Biblia de Velislav, Praga, Biblioteca Nac.) miniadas con un linealismo punteado con colores ásperos. En España ofreció manifestaciones de importancia durante Alfonso X el Sabio, en Las cantigas (1270-80, El Escorial, Biblioteca) con una serie de creaciones de gran originalidad, pues ilustran una obra de creación literaria. Es también significativa la aportación de las comunidades judías por sus manuscritos ilustrados. En Italia, la época gótica conoce el florecimiento de una serie de escuelas diferenciadas: Bolonia con Nicolo de Giacomo; Florencia, con Pacino di Bonaguida; Siena, con Simone Martini y el Maestro del códice de san Jorge y por último Lombardía, donde con el Maestro de Tristan se impuso un estilo realista concordante con las corrientes francesas. Con el comienzo del Renacimiento la miniatura perdió importancia. Se continúan produciendo códices miniados pero más como ornamentación que como obra de arte y a menudo los pintores se dedican a ella por encargo de los clientes. Durante casi todo el siglo XV florecen en Italia miniaturistas importantes: en Florencia, artistas como Zanobi Strozzi trasladan a la decoración de los códices el renacimiento. En el siglo XVI, a excepción de Giulio Glovio no existe una actividad miniaturista y se afirma el uso del retrato miniado, es decir de proporciones muy reducidas. El Inglaterra tuvo un gran impulso con la producción de Nichola Hilliard. En el siglo XVIII se produce una mejoría siguiendo en Francia el ejemplo de Rosalba Carriera (a la que se debe el uso del pastel) para decaer luego en el siglo siguiente.